Dyson pasó de las aspiradoras a gastar 3.000 millones en crear su coche eléctrico

Un modelo de coche conceptual
Un modelo de coche conceptual
Pixabay

Durante dos años, James Dyson, el hombre que consiguió que sus aspiradoras sin bolsa de 599 dólares se vendieran como gominolas, soñó con competir con Tesla para liderar el mercado de los vehículos eléctricos. Para lograrlo, invirtió más de 2.500 millones de dólares en trasladar sus conocimientos en ingeniería de productos para la limpieza del hogar y de higiene personal al negocio de la automoción. Sin embargo, la semana pasada anunciaba que el proyecto quedaba cancelado de forma indefinida... A pesar de que la compañía había conseguido desarrollar un "coche fantástico".

"El equipo de Dyson Automotive ha desarrollado un coche fantástico; han sido ingeniosos en su enfoque mientras que se han mantenido fieles a nuestras filosofías. Sin embargo, aunque nos hemos esforzado mucho durante todo el proceso de desarrollo, simplemente no podemos hacerlo comercialmente viable. Hemos pasado por un proceso serio para encontrar un comprador para el proyecto que, lamentablemente, no ha tenido éxito hasta ahora", explica el fundador de Dyson en un emotivo comunicado publicado en su web.

En cualquier caso, "Dyson continuará su programa de inversión de 2.5oo millones de libras [2.900 millones de euros] en nuevas tecnologías y hará crecer nuestra nueva y maravillosa Universidad. Continuaremos expandiéndonos en Malmesbury, Hullavington, Singapur y otras ubicaciones globales. También nos concentraremos en la formidable tarea de fabricar baterías de estado sólido y otras tecnologías fundamentales que hemos identificado: las tecnologías de detección, los sistemas de visión, la robótica, el aprendizaje automático y la IA nos ofrecen oportunidades significativas que debemos aprovechar al máximo".

Un coche eléctrico con alma de aspiradora

En cualquier caso, el proceso para llegar hasta aquí ha tenido más luces que sombras (a pesar de su frustrado final). Desde que en 2017 James Dyson anunciase que su compañía iba a fabricar un automóvil eléctrico, apenas nadie daba un duro por un coche eléctrico inspirado en la ingeniería de una aspiradora. Durante la década anterior, el multimillonario británico había logrado expandir Dyson Ltd más allá de las aspiradoras hasta los secadores de mano y otros artículos para el hogar, pero un vehículo de lujo que funciona con energía libre de emisiones era realmente impensable.

Aún así, el visionario empresario decidió invertir 2.500 millones de libras -una cantidad equivalente a las ganancias de dos años-, en un notable esfuerzo por desarrollar su propio coche eléctrico. Pero, ¿qué fue lo que llevó a Dyson a meterse en el mercado de la automoción? Un moldeador de pelo, lo que comúnmente se conoce como 'tenacillas', tal y como explica este artículo de 'Bloomberg'. El artilugio, llamado Airwrap, se inspiró en su concepción en la física aeroespacial, según la compañía. El siguiente paso era evidente: con esa ingeniería sería suficiente para enfrentarse a Tesla y otros fabricantes de coches eléctricos.

Con estas bases, Dyson decidió utilizar el aeródromo abandonado de la Fuerza Aérea Real de Hullavington, un complejo de 23 hectáreas situado a dos horas al oeste de Londres, como su base de operaciones para el proyecto secreto de sus coches eléctricos. Lo siguiente que hizo fue contratar a 400 ingenieros y anunciar la sustitución de la pista de aterrizaje por una pista de pruebas con un recorrido de 16 kilómetros. El plan era desarrollar un coche eléctrico para comercializarlo a partir de 2021 por el módico precio de 100.000 dólares. Pero, al parecer, algo ha fallado en el proceso.

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